18 de julio de 2014

¿Una calle para Juan Roig o una plaza para el 15M?

Un momento único de nuestra historia
reciente, retratado por Jacobo Méndez
Toda acción de un gobernante es política. Desde la más trascendental y costosa, a la que parece más insignificante. Lo recuerdo cada vez que escucho en los medios a algún politicastro tratar de engañar a la ciudadanía afirmando que "hay que sacar tal discusión fuera del debate político", como si la política fuera lo que ensuciara el debate y no la postura que él pretende tomar; y lo recordé ayer también a propósito de la iniciativa que los tres grupos de la oposición en el Ayuntamiento de València junto a la Universitat de València hemos llevado a cabo para eliminar las distinciones que el consistorio que comanda Rita Barberá aún mantiene a una veintena larga de franquistas. ¿Porque qué si no política, política de enaltecimiento y justificación del franquismo, es lo que hace Rita Barberá cuando pone tantas trabas para eliminar del cuadro de honores del Ayuntamiento y de nuestro callejero tanto nombre de fascista?

Claro que ahí, en ese aspecto, también se hace política, y Barberá y su equipo se han aplicado a fondo durante las últimas dos décadas y hasta el último momento. Lo hicieron cuando apartaron a figuras como Josep Renau o Guillermina Medrano —la primera mujer concejal del Ayuntamiento de la ciudad— a una pedanía, o más recientemente cuando condenaron al literato y presidente de la II República, Manuel Azaña, a un callejón sin números, mientras concedían al derechista Abril Martorell, cerebro de la privatización de la Sanidad Pública, una avenida. ¿No es hacer política partidista, reivindicar al antivalencianista y antisocial Martorell y marginar todo lo que representa Azaña?

11 de julio de 2014

Desfachatez

Hoy, 11 de julio de 2014, Rita Barberá ha programado 5 minutos de silencio en la fachada del Ayuntamiento. Un acto excepcional reservado para homenajes o denuncias muy relevantes y de especial sensibilidad.

¿Los habrá programado por las víctimas del holocausto palestino ejercido por Israel?, os preguntaréis. ¿Por las víctimas civiles de la crisis generada por la especulación financiera? ¿En recuerdo a las mujeres víctimas del patriarcado? ¿Quizás por las víctimas de su fallido plan del Cabanyal? ¿Habrá querido recordar el asesinato de Guillem Agulló a manos de la extrema derecha? ¿O es un homenaje con retraso —el pasado día 3 no mencionó palabra al respecto— a las víctimas del accidente de metro de 2006 en su octavo aniversario?

No, os equivocáis de todas todas. Son cinco minutos de silencio en homenaje a Miguel Ángel Blanco, vícitma del terrorismo etarra hace 17 años.

Sobran más comentarios.

9 de julio de 2014

¿A cuántas personas tiene que dañar Barberá para dimitir?

Barberá en estado puro (viñeta de Ferreres)

¿A cuántas personas tiene que dañar Rita Barberá antes de considerar dimitir? Y cuando digo dañar, me refiero a hacer un daño concreto, emocional o físico, porque si no, la suma se situaría por encima del millón de valencianos que viven, vivieron, y nacieron en una ciudad que padece el lastre de más de dos décadas de política anticiudadana. No, no me refiero a todos nosotros, sino en particular a los que han sufrido el desgarro directo de algunas de sus decisiones que, a la postre, han resultado tan injustas como a priori muchos denunciamos.

3 de julio de 2014

Barberá contra la orxata (y contra todos)

València, a lo largo de los siglos, ha destacado por sus excepcionales paisajes y por la productividad de sus huertas milenarias, que atesoran productos autóctonos de excelsa calidad. Productos como la naranja y la chufa que, manufacturados con cariño y distribuidos con pericia por toda la ciudad en carritos de venta de zumos y orxatas, podrían aportar a nuestra ciudad una estampa icónica a imagen de las de New York con sus perritos y pretzels, las salchichas de Berlín o los zumos de Marrakech o Buenos Aires. Pero la alcaldesa Barberá, además de no facilitar la instalación de estos carritos ambulantes, que generarían puestos de trabajo y dinamizarían la producción en el campo valenciano, parece además empeñada en despedirse de la alcaldía, dejando en manos de dudosa valía lo poco que ha permitido.

Como en su día denunciamos desde Compromís per València, la convocatoria anual de los puestos de venta, promovida por el gobierno municipal, premió a una empresa de tapizados (!) para automóviles (Tapiza Dos de Automóviles, S.L.) con el grueso de la concesión sin que su objeto social acreditara las competencias. Una vez ganado el concurso público, Tapizados2 se apresuró a cambiar su objeto social, para pasar a dedicarse a "la fabricación de horchata, zumos, helados, bebidas, productos de panadería y pastelería, así como de otros productos alimenticios -CNAE 1052, 1072-; y la elaboración de platos y comidas preparadas -CNAE 1085-. El comercio al por mayor y al por menor de productos alimenticios y bebidas", según ha informado Eugenio Viñas en ValenciaPlaza.