3 de julio de 2014

Barberá contra la orxata (y contra todos)

València, a lo largo de los siglos, ha destacado por sus excepcionales paisajes y por la productividad de sus huertas milenarias, que atesoran productos autóctonos de excelsa calidad. Productos como la naranja y la chufa que, manufacturados con cariño y distribuidos con pericia por toda la ciudad en carritos de venta de zumos y orxatas, podrían aportar a nuestra ciudad una estampa icónica a imagen de las de New York con sus perritos y pretzels, las salchichas de Berlín o los zumos de Marrakech o Buenos Aires. Pero la alcaldesa Barberá, además de no facilitar la instalación de estos carritos ambulantes, que generarían puestos de trabajo y dinamizarían la producción en el campo valenciano, parece además empeñada en despedirse de la alcaldía, dejando en manos de dudosa valía lo poco que ha permitido.

Como en su día denunciamos desde Compromís per València, la convocatoria anual de los puestos de venta, promovida por el gobierno municipal, premió a una empresa de tapizados (!) para automóviles (Tapiza Dos de Automóviles, S.L.) con el grueso de la concesión sin que su objeto social acreditara las competencias. Una vez ganado el concurso público, Tapizados2 se apresuró a cambiar su objeto social, para pasar a dedicarse a "la fabricación de horchata, zumos, helados, bebidas, productos de panadería y pastelería, así como de otros productos alimenticios -CNAE 1052, 1072-; y la elaboración de platos y comidas preparadas -CNAE 1085-. El comercio al por mayor y al por menor de productos alimenticios y bebidas", según ha informado Eugenio Viñas en ValenciaPlaza.

Paralelamente, Món Orxata, el proyecto que desde el año 2003 había revitalizado la venta de orxata en carritos ambulantes, se quedaba sorprendentemente excluida del reparto. Ni la calidad de sus orxatas, elaboradas a partir de chufa ecológica, ni su labor social, que han hecho a la empresa merecedora de importantes reconocimientos —entre otros el "Premio Alimentos de España 2009"—, parecían suficientes para el ayuntamiento y su decisión llevaba a que cerca de 40 de sus empleadas, todas ellas antiguas paradas de larga duración mayores de 45 años que gracias al compromiso de Món Orxata habían encontrado una salida laboral, hayan regresado al paro.

Y por si todo ello no es suficiente, el artículo de Valencia Plaza señala que la empresa de tapizados no acredita que los productos con los que está elaborada la orxata que comercializa provengan de la DO Orxata de València, sino que podría proceder —como se sospecha— de tierras africanas. O lo que es lo mismo, que el cambio de concesionaria de una especializada a una sin experiencia previa, no solo ha destruido un número de puestos de trabajo de gran valía directamente vinculados al sector servicios, sino que también puede haber destruido todos los que generaba en el sector agrario valenciano.

¿Se pueden hacer peor las cosas? ¿Qué oscuro interés mueve al equipo de Barberá a dejar el escaso negocio que genera en una empresa sin experiencia y que apenas crea riqueza alguna en Valencia y alrededores? Detrás de todo esto, de este nuevo menosprecio a los valencianos, si no hay algún interés, no cabe duda que hay al menos una evidente negligencia (una más a sumar a una lista que con Morenos, Barrachinas, etc. se amplía cada día), pues no cabe ser muy hábil para reunirse con las partes implicadas —comercializadores, productores, denominaciones de origen, todos valencianos—, gestionar sus necesidades y empezar inmediatamente a generar empleo y riqueza. Por desgracia, aunque Barberá y su gente tienen los días contados al frente de la alcaldía, parecen dispuestos a seguir haciendo daño cada uno de ellos. Afortunadamente, ni su enorme torpeza será lastre suficiente para que los valencianos sepamos sobreponernos a sus daños.

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