2 de junio de 2024

Dos ruedas que cambian el mundo*

Foto: Monica Torres

"Siempre que veo a un adulto encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana" HG Wells 

El 3 de junio se celebra en todo el mundo el Día de la Bicicleta, una ocasión para reflexionar sobre los beneficios que nos aporta. Claro que vivir en bicicleta no siempre es fácil. Y en muchas ciudades parece que aún menos. Sin embargo, la bicicleta es un gran símbolo de libertad: cuando vemos a una niña de apenas unos añitos pedalear con toda su energía, enseguida nuestro rostro se ilumina de felicidad y de esperanza en otro mundo posible. 
El gran antropólogo francés Marc Augé, autor de 'Elogio de la bicicleta', lo resume a la perfección: "La bicicleta forma parte de la historia de cada uno de nosotros. El momento en el que aprendemos a andar en bicicleta pertenece a un momento especial de los recuerdos de la infancia y la adolescencia. Así descubrimos un poco sobre nuestro cuerpo, nuestras capacidades físicas y experimentamos la libertad asociada a estos descubrimientos". 
Cumplidos 200 años desde que el barón von Drais inventó en 1817 el primer prototipo de vehículo de dos ruedas, la draisiana, propulsada por el movimiento de las piernas, es un ejemplo de modernidad que exalta los valores del progreso. Y también de emancipación: las Suffragistes, las mujeres que lucharon por el derecho al voto, usaban la bicicleta para desplazarse y manifestarse. Susan B. Anthony, pionera feminista y sufragista, dijo: “Creo que la bicicleta ha hecho más para emancipar a las mujeres que cualquier otra cosa en el mundo. Da la sensación de autonomía e independencia y en el momento en que toma asiento y se va, ella es la imagen de la feminidad sin obstáculos". Una función que la bici ha cumplido durante dos siglos de historia: un mecanismo muy simple, prácticamente inalterado, de poderosa fuerza evocadora en todos los ámbitos de la vida. Era insustituible para ir a la fábrica o a cultivar las tierras; para las partisanas en la segunda guerra mundial, recorriendo decenas de kilómetros para entregar sus importantes mensajes. Con la bicicleta, la pionera deportista Alfonsina Strada estampó su nombre en la historia, compitiendo contra los hombres en el Giro d'Italia a principio del siglo XX. Capaz de hacernos soñar con otros mundos posibles, ha inspirado todas las formas artísticas. Es un perfecto engranaje que desencadena cambios sociales trascendentales. 
En Holanda lo saben bien: a principios de los '70 las ciudades estaban llenas de coches, de polución y de muertes por accidentes de tráfico, con muchos niños implicados; la crisis del petróleo hizo el resto. Así nació el movimiento Stop de Kindermoord (“Paremos la masacre de niños”), que exigía medidas urgentes para reducir los coches y facilitar la movilidad en bicicleta; y los Países Bajos cambiaron para siempre. 
En València, la bicicleta siempre ha estado presente en el paisaje físico y emocional de su gente. Pero, como muchas otras sociedades de posguerra, había sido abandonada cuando comenzó la motorización generalizada. Durante décadas sólo unos pocos valientes y visionarios ciclistas han mantenido en alto la bandera del ciclismo con acciones como la Masa Crítica, veterana en toda España. Pero en los últimos años las cosas están cambiando, con una receta sencilla: construir una red de carriles bici protegida y conectada. Desde 2015, hemos construido 75 kilómetros de nuevos carriles bici, un 60% más hasta tener unos 200 kilómetros, con resultados extraordinarios: se ha triplicado el uso, gran aumento de usos de mujeres y niños, y prácticamente no se producen más accidentes de tráfico con ciclistas. Los coches han disminuido un 10% y València se ha convertido en la ciudad mediterránea donde más se utiliza la bicicleta, y este año somos Capital Verde Europea
La bicicleta es una extraordinaria herramienta para transformar las ciudades: cuando todo parece desmoronarse, sea una crisis energética, una pandemia o el cambio climático, siempre está ahí para salvarnos de la situación más difícil. Se habla mucho de smart city, pero quizás deberíamos hablar de ciudades inteligentes y de ciudadanos inteligentes, que eligen de qué lado de la historia estar en este tormentoso siglo XXI. El de un medio de transporte que ha sido protagonista de muchos avances sociales, las dos ruedas que cambian el mundo.

*Publicado en El País



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